EL PARTIDO DE TU VIDA
Sonsoles González Ortiz: Alumna de la novena promoción del Máster en Coaching, Inteligencia Emocional, Relacional y Ciencia Cognitiva
Un sábado cualquiera en un estadio cualquiera. Partido decisivo. Salvar la categoría o descender. El ser o no ser para un chaval de 14 años y sus compañeros. La emoción de ser titular versus la decepción de sentarse en el banquillo. Ansiedad, enfado, alegría, tristeza, miedo… mueven mentes y cuerpos.
El resultado no es el deseado. Mi hijo se monta en el coche con los ojos rojos. Ha llorado. Con rabia lanza la mochila al fondo del asiento y pega una patada al asiento delantero. Pongo el semáforo en rojo. Respeto su momento de ira. Arranco y espero a la luz amarilla, la que me indique que el diálogo es posible. Hablamos del cansancio, de esa molestia en el brazo que arrastra desde hace una semana, de lo mal que estaba el campo, encharcado… Y como un rayo fulminante ¡ZAS! sale la eterna y esperada frase: “¡Qué mala suerte hemos tenido!”
Paro el coche. Me vuelvo y le invito a bajar. “¿Qué tal un refresco para reponer fuerzas? Además, te vendrá bien estirar las piernas y relajarte un poco…”
El semáforo está a punto de ponerse verde. Es el momento de abordar el tema, con calma, sin reproches, haciendo preguntas poderosas que le ayuden a salir del bloqueo.
“¿Qué os ha faltado como equipo para ganar hoy?” “¿Cabe la posibilidad de que el árbitro no sea tan malo como dices y que el equipo rival, en cambio, os haya superado en calidad?” “¿Qué podrías cambiar para que el entrenador te ponga de titular en el próximo partido?”….. “Posees muy buena técnica, ¿crees que le has demostrado al entrenador todas tus habilidades?” “¿Le has presentado a tu MEJOR YO?” ¿Y qué es lo que te lo ha impedido hasta ahora?” “¿Qué necesitarías para lograrlo (más horas de entrenamiento, mayor concentración,…)?” “¿Quién puede ayudarte a conseguirlo (nosotros, tus compis, el propio entrenador, tú mismo…?”
Refresco acabado y la vaga sensación de que mi hijo me ha pillado in fraganti haciéndole una sesión de coaching personal y “encubierta”… jajaja! Al menos se ha parado a reflexionar durante unos minutos y estoy segura de que sacará sus propias conclusiones. ¡Para algo me tiene que servir todo lo aprendido durante un año de máster! Como mínimo, para aplicarlo en mi vida personal ¡Y ya es mucho!
“Mamá, entonces, hoy no es que hayamos tenido mala suerte..”
“Hiio, yo creo que la mala suerte no existe. Existe la falta de concentración, de intensidad, de actitud… Los otros no son mejores que tú, simplemente han trabajado más, han entrenado más horas, se han esforzado un cincuenta por ciento más que tú. Ah! Y por cierto, el entrenador no es un tipo injusto, no te ha cambiado porque te tenga manía… es que, sencillamente, la semana pasada no entrenaste a tope con la excusa de esa molestia en el brazo. No tengas prisa, ni ansiedad por los resultados inmediatos, y tampoco te escondas detrás de excusas externas. Todo es cuestión de ACTITUD. Tienes tiempo, todo el que tú decidas dedicarte a ti mismo. El camino es largo y sólo llegan los que de verdad quieren llegar. Pero mi pregunta es: ¿TU QUIERES?”
“Es lo que más deseo en este mundo.”
“¡Genial!. Pues entonces ahora puedes regatear. Pero no a ti mismo, buscando culpables fuera. Regatea a la vida. Una, dos, tres y las veces que hagan falta. Siéntete seguro, confía en tu energía. El PODER ESTÁ EN TI, porque te lo has currado. Hazte un hueco en el área contraria, llega delante del portero y marca el gol de tu vida. El que te llevará a tu final soñada.”
De vuelta al coche, con esa paz interior que te da el haber desmadejado un ovillo de lana tremendamente liado, me pregunté: “¿por qué nos pasamos la vida regateándonos a nosotros mismos en vez de quitarle el balón a la adversidad, hacernos con él y chutar directamente a portería?”
Sin miedo, sin complejos. Hagamos de cada día una final de Champions personal, única e intransferible.
Al fin y al cabo, tenemos el PODER de SER los campeones de nuestra propia vida.
Sonsoles