EMOCIONES: ESAS NOMBRADAS DESCONOCIDAS
Miguel Angel Guerra (Micky), alumno de la novena promoción del Máster de coaching, inteligencia emocional, relacional y ciencia cognitiva
Cada vez más nos encontramos con programas, noticias, anuncios, discursos en los que se apela o se habla de “emociones”, parece que de la nada haya salido ese término y lo vaya invadiendo todo, ahora las “emociones” están de moda. Mi sensación es que se nombran estas “emociones” de manera superficial, ¿realmente conocemos el significado profundo de las Emociones y lo que pueden aportar a nuestra vida?
A mi parecer, estamos sumidos en una sociedad en la que el mundo emocional ha sido castrado o sesgado desde nuestra infancia. En muchas ocasiones me considero un analfabeto emocional, es ahora cuando empiezo a entender el significado de las “Emociones”, esas que nos atraviesan continuamente y de las que la mayoría, ignoramos la información y la importancia que revela su conocimiento e incorporación a nuestras vidas.
Me gustaría compartir una anécdota que simboliza lo que trato de transmitiros. Hace pocos días, cuando llegué a casa después del Máster, mis hijos estaban allí para recibirme y contarme lo que había sucedido en su día (esto no siempre ha sido así, pero eso será otra historia…). A los pocos minutos recibí un mensaje con la triste noticia del fallecimiento del padre de un buen amigo, automáticamente, me duché, cambié y me dispuse a salir para acompañar a mi amigo y a su familia en aquellos momentos. Cuando iba a salir de casa, mi hijo mayor 11 años, me preguntó ¿Dónde vas ahora papá? Le respondí contándole la desagradable noticia y diciéndole que iba a ver a mi amigo y a su familia. Creí que la conversación acabaría ahí pero mi hijo me sorprendió con una nueva pregunta “…pero papá, ¿no vas a llorar, verdad?”…
Sería incapaz de enumerar la lluvia de cosas que se me pasaron por la cabeza, seguramente en otro momento de mi vida la respuesta hubiera sido muy diferente, pero en aquel instante fue la siguiente “…hijo, no lo sé, pero si tengo ganas de llorar, lloraré…” a lo que respondió con un “…vale papá”
Este momento, me ha hecho reflexionar sobre las creencias que generación tras generación nos acompañan, enseñanzas vacías y sin sentido que generan en un niño de 11 años la idea de que su padre, “no llora”, por supuesto la primera reflexión es para con uno mismo, ¿qué he hecho o dejado de hacer para que mi hijo lleve grabada la idea de que su padre no puede llorar? ¿Qué creencias me acompañan y nos acompañan a la mayoría que tan limitantes son para nuestro desarrollo y que transmitimos a las generaciones venideras?
Nuestro desconocimiento del mundo emocional y la mala gestión y comprensión de las “Emociones” (no hablo de “emociones” comerciales, me refiero a “Emociones” con toda la extensión de su significado) producen no pocas interferencias en todos los escenarios de nuestras vidas.
No hay que mirar mucho más allá de nuestros seres más cercanos, cómo nuestras relaciones y comportamientos con ellos se ven mermados, viciados, incluso destruidos por nuestra inmadurez emocional.
Enfado, miedo, tristeza, sorpresa, asco, alegría… a todos nos suenan estas palabras, pero ¿las conocemos realmente, las experimentamos en toda su extensión, nos las permitimos realmente? Queridos amigos, perdonad que lo dude, ¿cuántas veces hemos reprimido nuestro llanto cuando nos sentíamos tristes? ¿alguna vez hemos dejado crecer nuestro enfado hasta convertirse en ira? ¿cuántas veces hemos ocultado nuestros miedos? ¿alguna vez hemos reprimido nuestra alegría?….podría seguir haciéndome preguntas, pero quizás la más poderosa de todas sería ¿para qué?
Nuestra incapacidad o falta de inteligencia emocional, unida a las costumbres y creencias implantadas e impuestas por nuestra cultura y educación, donde lo correcto o incorrecto, apropiado o inapropiado, dirigen nuestro devenir diario y provocan en no pocas ocasiones fracasos en nuestras relaciones y mucho más importante en nuestra relación con nosotros mismos. ¿Cómo vamos a tener relaciones saludables en los sistemas a los que pertenecemos si somos incapaces de relacionarnos y entendernos a nosotros mismos y nuestras emociones?
En mi opinión, es desde nosotros desde donde parte todo, con lo anterior sólo pretendo crear una reflexión e invitar a aquellos que lo lean a preguntarse si realmente conocemos nuestras emociones y qué pasaría si supiéramos utilizarlas para sacarles el máximo partido.
Si conseguimos hacerlo con nosotros, el efecto en los escenarios en los que nos desenvolvemos se hará visible, yo ya estoy comenzando a hacerlo, queda mucho camino, pero los resultados son fantásticos.
Se hace necesario el cambiar nuestra incultura emocional, pero no como fruto de una moda, sino como semilla para que en un futuro integremos desde su comprensión profunda las emociones en nuestras vidas.
¿Os atrevéis? Os invito a que profundicéis en este “Reto Emocionante”.