EMOCIONES … GUÍA INTERNA. MIRAR HACIA DENTRO
Patricia Melián del Castillo: Alumna en 10ª Promoción de Master en Coaching, Inteligencia Emocional, Relacional y Ciencia Cognitiva de N-Acción y la Universidad de Alcalá
No hace mucho leí un libro titulado “Emociones: guía interna”, y sí, son la mejor guía que podemos tener, para la andadura por este mundo nuestro en el que nos toca vivir, y sin embargo, nos son totalmente desconocidas… Nos enseñan muchas cosas, desde pequeños hasta mayores, pero lo que no nos enseñan es a “conocernos”, a saber entender cómo nos sentimos en las situaciones que nos toca vivir, cómo reaccionamos, cómo nos afecta, qué sentimos,…
Educación Emocional… tan básica para la vida y tan “apartada” del sistema educativo… Por desgracia no se tienen en cuenta todas las “Inteligencias” que poseemos, sólo se le da valor a lo cognitivo, y lo emocional queda aislado. Los sentimientos, las emociones, también se educan y hay que aprender a reconocerlos y a gestionarlos de la mejor manera para tener una vida plena y feliz.
Las emociones son tan poderosas, y tan desconocidas al mismo tiempo… nos mueven, nos remueven, nos tambalean, pero lo más importante, nos enseñan. Y ese es el “pequeño problema” que tenemos… que no sabemos extraer las enseñanzas que nos aportan las emociones, y que nos harían crecer y avanzar como persona. Hablo en primera persona… porque la vida me puso en una tesitura de la que me costó darme cuenta y mucho más salir de ella. Trabajo con niños, les ayudo para que resuelvan sus pequeños conflictos, para que gestionen sus enfados, para que sean capaces de entender que el compañero también “sufre”, pero claro, mirar hacia afuera, hacia otros, es más fácil que mirarse uno mismo, hacia adentro. Les enseño a los niños para que sean capaces de entender al compañero, para compartir, para respetar al otro y que sean capaces de “esperar” (un turno, para jugar,…), para que entiendan que se puede hacer daño sin querer o que hay cosas que a unos les molestan y a otros no… Y sin embargo yo no supe ver mi propio agujero… Lo dicho, es más fácil mirar hacia fuera y los problemas de los otros que los propios.
Mi historia no dista de muchas, como dice una amiga, “todo está escrito”… Vivía en un continuo “mirar hacia afuera”… y a raíz de una ruptura sentimental caí en una situación complicada, duradera y de la que me costó tomar conciencia… La ruptura me hundió, estuve mal durante mucho tiempo, y me costó muchísimo tomar conciencia del estado en el que estaba, en un enfado continuo y malhumorada con “el mundo” en general y conmigo misma, y con muchos problemas a nivel físico, el nivel de tensión era muy alto y continuado.
A nivel afectivo siempre he tenido carencias, nunca tuve una relación estable, y añoraba el estar en pareja, enfatizaba mi felicidad o bienestar en tener una pareja, le daba “la responsabilidad de mi felicidad” a otra persona. En este sentido siempre estuve muy perdida, con mucho sentimiento de soledad y de no poder contar con las personas que me rodeaban, como consecuencia de esto tenía un nivel muy alto de sufrimiento y dolor. Tal vez por eso me “aferré” a esa relación, fue la primera vez que me sentía correspondida por otra persona a nivel amoroso, y el “no querer soltar” ese sentimiento fue el que me hundió, yo solita me metí en un agujero del que me costó mucho salir, tomar conciencia y salir.
Durante muchísimo tiempo, años, muchos años, me los pasé “mirando” hacia afuera, buscando que otras personas me proporcionaran la felicidad, la estabilidad, la tranquilidad,… que creía que me faltaba, claro que me faltaba, porque buscaba donde “no estaba”, en los demás y no en mí. Toda esta crisis personal me permitió empezar a mirar hacia dentro. Ha sido muy duro todo este proceso, con un trabajo personal importante, y por momentos lo sigue siendo, ya que volví a “sufrir una recaída”, a verme otra vez en la postura de esos años atrás, estuve mal, me volví a ver es esa postura de “pobrecita de mí que nadie me quiere” y supe reaccionar, valorarme, creerme el valor que tengo como persona, quererme a mí misma y salir de esa postura y tirar hacia delante. En esto consiste el trabajo personal a nivel emocional, en ser conscientes de nuestro propio valor, del valor que tenemos como “persona individual”, es un trabajo continuo, que durará toda la vida, y en el que hay etapas dulces y otras no tanto, no soy un “bicho raro”, ni me suceden cosas que no le pasen a cualquiera, todo está escrito y estudiado… este crecimiento personal fue gracias a un enamoramiento muy potente, que me hizo muy feliz y luego me hizo tocar fondo, un fondo en el que estuve mucho tiempo, al que sé que no quiero volver y de ello soy responsable yo, de no volver y de ser feliz. He dejado de mirar hacia fuera y he empezado a mirar hacia dentro, sé que me falta mucho por andar, pero también sé que estoy en el buen camino, el de conocerme a mí misma y ser feliz. De eso se trata… lo que realmente importa… es que cada uno sea capaz de conocerse a sí mismo.
El trabajo emocional es un camino que dura toda la vida, y cuando creemos “que estamos bien”, que sabemos gestionar y reaccionar de manera adecuada a las situaciones, la vida te da “un toque” para que recuerdes que esto es una carrera de fondo, y que hay que estar siempre atentos y en un crecimiento continuo. Que podemos caer, casi seguro caeremos muchas veces a lo largo de la vida, lo que tenemos que aprender es a levantarnos, que las caídas cada vez sean menos, que nos duelan menos y que nos levantemos cada vez más rápido… Y sobre todo y más importante, que en cada caída que tengamos saquemos un aprendizaje que nos sirva para el resto del camino.
Aprender a mirar hacia adentro… desde pequeños… a conocernos… a valorarnos… a querernos… a saber cómo nos afectan las cosas y cómo reaccionamos ante ellas… y esto también se aprende… se enseña… se educa… Cuanto antes sepamos reconocer y manejar nuestras emociones mejor, si desde la escuela y los hogares se trabaja el mundo afectivo, el resultado serán adultos emocionalmente competentes, evitando muchos problemas afectivos en edad escolar, en la adolescencia y en la edad adulta. Cada vez más se ven escuelas implicadas en el trabajo emocional… en la educación emocional… aunque queda mucho camino por andar, ya se empiezan a dar pasitos en algunos ámbitos escolares…
Cuando una persona es emocionalmente competente, el resto viene rodado…