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Extraño cuento de navidad

  • Posted by Manuel Férreo
  • Date septiembre 3, 2014

Manuel Férreo Cruzado: Director del Máster de coaching, inteligencia emocional, relacional y ciencia cognitiva

Tal vez no creáis lo que me pasó, pero al menos leed con atención. Aunque sucedió durante la pasada navidad, hasta este momento no he podido contarlo. La cuestión es que al igual que al anciano Scrooge de Dickens, mi conciencia me avisó de la llegada de tres fantasmas. Me dijo que sólo me visitarían una vez y que después desaparecerían y no volverían. Era una ocasión excepcional y me advirtió que debería ser capaz de interpretar el mensaje porque si no fuera así, insistió, habría desperdiciado una oportunidad única de ayudar a las personas en su orientación profesional.

Como podréis imaginar fue una experiencia que, aunque al principio me inquietó,  ha resultado ser apasionante y me gustaría compartirla. Ahorraré la mayor parte de los detalles que me los reservaré como experiencia y vivencia personal. No obstante creo que lo esencial lo podréis encontrar en lo que os cuento. Personalmente estoy seguro de haber interpretado bien el mensaje y por eso quiero recordaros que el personaje del genial escritor cambió su comportamiento. Os cuento….

Primer fantasma: La actividad en el pasado.

El primer día, me visitó un personaje transparente que no voy a describir por ahorrar detalles, pero que me llevó a mi mundo de preparación profesional. Me permitió ver a todos mis compañeros de diferentes cursos. Ellos no podían verme y actuaban (actuábamos) como lo hacíamos entonces. Al acabar los estudios nos fuimos perdiendo la pista. Algunos prefirieron la seguridad de grandes empresas, y pasaron a formar parte de ellas o de la administración a través de exámenes-oposiciones. Otros preferimos más “libertad” y movilidad a cambio de más dinero y menos seguridad. Por entonces no se requería mucha más formación que la que proporcionaba la Universidad y la formación continua y  escasa de las propias organizaciones de trabajo.

Me pareció que todo era sencillo laboralmente si eras ingeniero o asimilado. La única competencia que se requería para encontrar empleo era la técnica y ser una persona socialmente normal. Para cualquier profesional que empezaba, los objetivos estaban claros y los planes de acción para alcanzarlos también.

El Coaching y la Inteligencia Emocional no habían nacido como conceptos, y mucho menos como actividad profesional. En lo que pude ver, no me mostró nada que pudiera parecerse a actividades relacionadas con coaches, coachées o gestión emocional.

Segundo fantasma: La actividad actual.

El segundo día, vino otro personaje que era más atrevido aún. Me hizo un recorrido por la situación actual, el universo en el que yo me muevo. Estábamos en el presente continuo, en el que vivimos ahora, en la segunda década del siglo XXI.

Me mostró la superpoblación de profesionales de-sobra-cualificados. Hablando en presente, vi que el mundo de la empresa se encuentra superpoblado de ingenieros y titulados que hablan idiomas, tienen másteres de todo tipo y cursos de perfeccionamiento en casi todo lo que es posible. Son tan jóvenes como nosotros lo éramos, y por descontado más altos, guapos, mejor alimentados y más sanos. Todo lo que observo me indica que su esfuerzo universitario ha sido menor, salvo por la formación adicional necesaria (másteres, etc). Pero también pude observar que sufren menos otro tipo de desgastes vitales, su vida es más fácil.

Escucho otro tipo de conversaciones que no vienen al caso en donde hablan de derechos y deberes que no entiendo.  En algún momento pensé que el fantasma se había equivocado de lugar. Cosa de los mundos paralelos, pensé.

El panorama laboral parece más complicado que en el pasado, porque hay muchos más ingenieros o equivalentes, y aunque hay muchos más puestos de trabajo también hay que ser más competitivo para acceder a ellos.  Ya no basta con ser técnicamente competentes y personas socialmente “normales”.  Es necesario hacer super-lo-que-sea para acceder a un trabajo digno. Según parece hay multitud de profesionales super-preparados en otras zonas del mundo que tienen necesidades más apremiantes. No tienen un modelo de protección social como el nuestro y necesitan vivir el ahora de manera agobiante. Son hipercompetitivos y eso hace que a nuestros profesionales se les exija más esfuerzo para obtener los mismos objetivos que en el pasado.

En todas las reuniones que me muestra el espectro, a todo el mundo le preocupa y habla de trabajos fijos, empresas grandes y seguras. Buenas remuneraciones para obtener buenísimos ingresos que permitan vivir mejor que sus progenitores. El trabajo individual, autónomo y creativo no les parece una buena opción sino el último recurso. Como el fantasma me sigue obligando a mirar, puedo ver que hay personas que aún piensan que esta crisis económica, laboral y social es transitoria y que pasará como todas las anteriores.

La luz que emana del fantasma va apagándose y a duras penas puedo seguir viendo que las demandas de empleo exigen temas tan importantes como son las competencias emocionales y relacionales. Los planes de acción profesionales deberían  cambiar, pero de lo que observo no percibo que exista conciencia de ello por parte de muchos de los que deben afrontarlos, ni tampoco de quien debe hacerlos notar política y socialmente.

Hay grupos avanzados en los que se puede observar que el coaching se está convirtiendo en un instrumento metodológico de primera magnitud para tratar todos los ámbitos de la vida y especialmente el profesional. Trabajar la inteligencia emocional inunda de esperanza a todos los que quieren verla de cerca. Aunque es verdad, que nada me hace ver que se está promocionando estas competencias y metodologías. A pesar de algunos entusiastas, la sociedad y las instituciones las promueven poco. Sí hay algunos piensan que con ayuda institucional y social esto constituiría un gran progreso.

Tercer fantasma: La actividad futura.

Se presentó de una manera espectacular y aunque le estaba esperando, me sorprendió, pues el espectro era aún más tenebroso y gris que los anteriores. Desde la confortable situación de invisibilidad que me proporcionó, observé la magnitud de lo que había por allí. Pude ver que el cambio radical se había producido. Estaba en la década de los años cuarenta del siglo XXI.

Lo que vi fue una gran masa de universitarios mal formados por masificación, junto con otra gran cantidad de no universitarios con poca especialización. Quizás por apatía y dejadez propia y/o por causa de los líderes políticos y sociales que había habido.

Ninguno de ellos estaba confortable. No tenían opción de acceder a puestos de trabajo que les hicieran obtener sus expectativas. Su mapa estuvo restringido y nadie les hizo tomar conciencia para que pudieran salir de su “caja”. No buscaron o no pudieron obtener el apoyo necesario para fijar sus objetivos y alcanzarlos a través de sus planes de acción. No conocieron el coaching ni su metodología. La conciencia sobre su mundo emocional no avanzó. Nadie les habló de ello, o si lo hicieron no quisieron escuchar. Muchos vivían de la protección social, que cada vez llegaba  en menor medida a todos.

Los que supieron apoyarse y potenciar sus competencias emocionales y aprovecharse del coaching se habían convertido en profesionales bien formados. Unos eran universitarios y otros no, pero todos estaban bien integrados laboral y personalmente. El fantasma me llevó  en visión panorámica y observé que los profesionales que optaron por el  coaching como una opción metodológica para encaminarse hacia los objetivos que supieron visualizar, se habían convertido en excelentes. Pude comprobar cómo los que invirtieron dinero, tiempo y otros recursos en hacerse competentes, lo habían conseguido. Mi fantasma me llevaba de la mano a numerosas empresas dónde estaban integrados, alineados con sus valores y ganando lo suficiente para vivir holgadamente y con una felicidad profesional envidiable. Su mundo material era suficiente y asumido en su globalidad.

Se les podía ver en diferentes entornos laborales.  En grandes compañías, en pequeñas empresas, y en microempresas de 2 o 3 personas, muchas de ellas multinacionales , y colaborando entre todas partes del mundo. Pude ver también a muchos que lo habían logrado trabajando con independencia y autonomía. Aunque, en solitario, sus resultados les habían avalado y vivían con dignidad y satisfacción.

Éstos de los que hablo ahora en presente, para que tú lector no te despistes, son profesionales bien preparados que saben autogestionarse, autocontrolarse y se relacionan de una forma excepcional. Sus competencias emocionales y su inteligencia emocional son extraordinarias. Trabajan en equipo, son líderes de líderes y no tienen temor por ningún reto profesional. Supieron anticiparse, se aprovecharon del coaching e incluso algunos viven de ejercer esta actividad, porque su utilización se ha generalizado. En todos ellos estoy viendo orgullo y bienestar en sus caras.

Mensaje

Ya se habían marchado los fantasmas cuando pude reflexionar acerca de lo que me mostraron en cada uno de los viajes virtuales que realicé. Personalmente creo que he interpretado el mensaje y esta experiencia ha sido una advertencia de lo que puede suceder. Como en el cuento, quien no esté conforme puede cambiar sus actos y su realidad cambiará.  Como sabéis, no estamos predestinados  y si os lo proponéis y trabajáis para ello todo irá mejor. Es improbable que estos fantasmas se os aparezcan a vosotros, así que conformaos con el relato. Aprovechad su mensaje porque es un aviso que yo me limito a transmitir.

Manuel Férreo

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