¿Qué pasa cuando te diagnostican diabetes? ¿Amiga o enemiga?
Es muy común sentir pánico cuando nos diagnostican una enfermedad como la diabetes. Todo es incertidumbre. Es un gran cambio en nuestra vida. Hoy os traemos el testimonio de Elena. Ella es un ejemplo de cómo canalizar todo este proceso.
Cuando me diagnosticaron que tenía Diabetes Tipo 2, me impresionó. Mis emociones comenzaron a apoderarse de mi cuerpo, me tensioné y después sentí cómo mis pensamientos comenzaron a ver la parte negativa de una enfermedad. Era un bucle cada día.
La etiqueté como mi “enemiga” y eso me hacía pensar en lo imposible que me hacía la vida. Todo eran pegas y quejas. Me resistía a hablar de ello a los demás, no tenía ni ganas, no quería sentirme distinta. No quería contar que me hicieran incluso otra comida porque esa tan dulce ahora no era la mejor idea. Y sí que es verdad que no era lo que más me convenía, pero ¡me seguía apeteciendo tanto!. Eran años de vivir cerca de la repostería de mi madre, los postres que cocinaba para la familia, todo lo relacionado con salsas y nuevos sabores que a veces estaban llenos de lo que menos me venía bien…
¿Cómo afecta la diabetes?
No había ámbito en mi vida en el que no sintiera que afectaba la diabetes: ¿Cómo describir esta sensación de sentirse inundada?
Tenía que cambiar lo que tomaba, en las reuniones familiares, en el ocio en la montaña, en las cenas de cumpleaños, en las quedadas con mis amigos y en mi día a día. ¡Eran tantos cambios! No sabía por dónde comenzar. Me sentía entre las cuerdas y ahora era el momento de adentrarme en conocer más cómo otros lo lograban. Estaba convencida de que estando cerca de personas que convivieran con su enfermedad, podría entenderlo mejor y al menos intentarlo era el primer paso.
Es entonces cuando conocí ADEMADRID (Asociación de Diabéticos de Madrid) donde tenían unos campamentos infantiles en los que hacían falta monitores. Y ese fue mi lugar. Allí, encontré respuestas a mi extenso listado de quejas que había forjado a fuego entre el enfado y la rabia de no volver a tener la misma salud que antaño.
Cada día era una monitora más, con una diferencia: era también una estupenda observadora de esa realidad que para los niños ya era habitual durante años (pincharse, medirse antes de las comidas, regular la actividad física y un largo etc que cada día me mostraban).
Acercarme a sus vidas hizo más fácil que tolerara la mía, que era nueva. Me sentía como una niña nueva ante un mundo super-desconocido y ellos estaban siendo ejemplo y compañeros de viaje, sin que muchos lo supieran. También los monitores, cómo no, unas personas estupendas con las que compartíamos horas del día y la noche (aunque por la noche he de confesar que el cansancio me convertía en media monitora, jeje).
Cuánto se vive, qué intenso y qué placer siempre aprender de las vivencias rodeadas de amor y cariño. Fue allí donde entendí qué beneficios tenía hacerte amiga de tu diabetes, qué vital era escuchar tu cuerpo y darle lo que mejor le viene. Llenarle de alegría y nutrirle de esperanza para poder hacer deporte y que todo eso sumara a mi favor.
¿Que hacer para aceptar la diabetes?
Cambié mi chip. De pronto, al volver del Campamento en mi familia apreciaron el cambio y cómo ya tomaba con normalidad hablar de lo que prefería comer, tomar mi tiempo para ir a correr con la camiseta que un monitor me había prestado para motivarme, mis ganas por conocer más acerca de estos temas y poder ayudar a otras personas. De hecho, mi proyecto profesional N-Acción, es una Asociación para el Desarrollo del Coaching y la Inteligencia Emocional, donde ayudamos a más personas a aprender a ser más felices con su vida (incluidos estos diagnósticos). Nuestro día a día está dedicado a la b, así que encantados de poder generar una red de ayuda que en esos instantes, tanta falta hace y ofrecer un método para avanzar en esta línea.
Ahora, 10 años después, puedo decir que sigo sobrellevando mi diabetes tipo 2 con la misma medicación, realizando deporte y una nutrición más ajustada a lo que mi organismo requiere. Para ello, he pasado años bajando peso, aprendiendo a revisar carteles de los productos que compro, moderando cantidades, aumentando frecuencias de comida, atenta al método del plato que me enseñó la nutricionista de ADEMADRID y con muchas ganas de hacerme amiga de mi Diabetes para tener SALUD.
Perdí una parte de mi salud. Permití que sucediera también por tantas emociones que no sabía gestionar y me estaban influyendo en mi cuerpo y mi manera de comer. No supe verlo. Lo acepté. Ahora también soy mi amiga. Me quiero, me cuido y me merezco ser feliz. Es una decisión.
Soy más mi amiga y soy amiga de la diabetes. Es mi marcador de salud. Tengo más presente que nunca a mi cuerpo, su descanso, su cuidado y me siguen moviendo las ganas de que más personas descubran los beneficios silenciosos que oculta un diagnóstico como este. Si eres una de ellas, siempre que quieras puedes contactar conmigo.
Un abrazo y feliz vida.
Elena Fernández Carrascoso
Doctora en Psicología y Co-fundadora de N-Acción.