VIVENCIA EMOCIONAL: CÓMO AFRONTAR LA RENUNCIA A TU PUESTO DE TRABAJO DEBIDO A UNA ENFERMEDAD
Virginia Pérez Rejas: Alumna de la décima edición del Máster de “Coaching, Inteligencia Emocional, Relacional y Ciencia Cognitiva” de N-Acción.
Si difícil es mantener un puesto de trabajo, en los tiempos que estamos viviendo, más difícil es poder conservarlo teniendo una enfermedad.
Esta es mi historia, quiero compartirla con vosotros, con el fin, de que conozcáis lo complicado que me resultó poder conservar mi puesto de trabajo en un hospital público.
Soy auxiliar de clínica, tengo una enfermedad rara, nunca ni he pretendido ni he querido que se pusiesen más fáciles las cosas, estoy acostumbrada a luchar por sobrevivir en mi día a día.
Lo que en un principio fue un soplo de aire fresco, en el momento en el cual me llamaron y me comunicaron que me daban una interinidad, pronto se convirtió en un calvario, sí como los de Semana Santa. Mi día a día transcurría en mi trabajo de la mejor manera que podía trascurrir.
Pronto mi enfermedad empezó a empeorar, tras muchas peticiones a las personas encargadas de facilitarme un cambio de puesto, todas las veces recibía una negativa por respuesta. Esto en lugar de hacer que las cosas se tranquilizases, hacían que se pusiesen peor, con mi consiguiente agravamiento de mi enfermedad. Las bajas eran cada vez más seguidas, mi salud, mi cuerpo y mi cabeza, cada vez tardaban más en curar. Llego un momento que yo ya no sabía ni que sentía cada vez que salía del despacho de los manda más.
Piensas: esta situación algún día tiene que cambiar, es evidente, mis manos vendadas, para evitar que mis heridas fuesen a más y lo más importante, posibles contagios…, y lo único que cambiaba, era mi salud, cada día a peor.
Tu familia te ve y decide que tienes que seguir, tienes que aguantar, las cosas no están como para dejar trabajos así como así…
Ahora que lo veo en la distancia, veo que la emoción que más presente estuvo en mi durante aquel año y medio, fue la tristeza, enmascara de ira, rabia, enfado, desesperación.
Recuerdo como si fuese hoy, un miércoles a las 11:30 de la mañana, yo salía del despacho de pedir que por favor me cambiasen de puesto de trabajo, cuando con otra negativa como respuesta, se apoderó de mí, una ansiedad como hacía años que no sentía, en ese momento, decidí llamar a un apersona que fue mi gran apoyo en todo este proceso, la asistencia social de mi asociación DEBRA. Ella consiguió tranquilizarme y poder tomar así, una de las decisiones más difíciles de mi vida, renunciar a una interinidad tal y como estaban las cosas….
En ese momento estaba decidida a hacerlo, pero cuál fue mi sorpresa que unos días más tarde, otra vez de baja…esta vez tocaba el ojo, úlcera corneal. A pesar de los dolores, para mi supuso un alivio saber que en unos meses, no tendría que volver a lo era para mí en esos momentos, mí lugar de tortura.
Durante esos meses que estuve de baja, tuve muchos altibajos emocionales. A pesar de todo, me volví a incorporar y no fue hasta un año más tarde, cuando por una baja de la misma característica, me hizo tomar la decisión.
En una revisión de mis ojos, la oftalmóloga me dijo: “Virginia, llevas muchas, dudo que recuperes la visón completa del ojo”. Creo que esa frase hizo que se encendiera la bombilla y se despertase lo que tanto tiempo llevaba dormido por miedo a posibles represarías dentro de mi trabajo, ahí fue cuando decidí hacer un escrito, pedir vacaciones y no volver más.
Decisión difícil, de emociones encontradas, renunciar a un puesto de trabajo que te proporcionaba, aparte de una estabilidad económica, una gran satisfacción personal, algo por lo que yo había luchado durante tanto tiempo, ahora llegaba a su fin y no porque yo lo hubiese querido, si no porque las circunstancias me llevaron a ello, y decidí decidir yo.
Estoy escribiendo esto y es curioso cómo las personas pueden influir en tu vida, y cómo una decisión puede dar un giro tan inesperado y grande en tu vida.
Para concluir como siempre he dicho, en esta vida, si se quiere, se puede.