YA VOY ENTENDIENDO
N-ACCIÓN: MANUEL FÉRREO
¿Habéis soñado en algún momento que no sabíais leer? ¿Y que no podíais oír? Yo sí, algunas veces. No muchas, pero sí. Me veo levantándome por las mañanas, vestirme y todo eso y salir a las calles donde lo único que veo son luces e inexplicables garabatos por todos sitios. Hay signos junto a imágenes que puedo ver por todos lados. No entiendo nada y tampoco me esfuerzo, forma parte de mí, según me imagino. Me miro desde el sueño y es natural, vivo fuera de un mundo que los demás parecen entender, y supongo que así será.
Bueno, pues hoy me he levantado y el día es lluvioso, hay barro y los coches circulan achuchados por sus conductores como si fueran caballos a los que fustigan con látigos. Lo hacen, creo yo para Ir a recibir la ración diaria de caridad que obtienen por un trabajo hecho sin convicción, de mala gana y poco reconocido. El día se presenta malo y la tormenta va a durar, lo presiento en mi sueño.
Todo es confuso y para mí no significa nada lo que encuentro, con lo que me choco a cada instante. Nada me dice la señora gorda que arroja una bolsa que contenía el rosco de azúcar que acaba de comer. Ni el del coche con la estrella que le grita a otro con un coche rojo más pequeño. Pasa otro y me escupe el agua de la calle que acaba de pisar con sus ruedas. Si lo supiera, entendería que el de la estrella es más importante que el pequeño.
Miro y miro y miro y no soy capaz de aclararme. Me doy cuenta, eso sí, que las personas entran y salen de edificios que no sé para qué sirven. Hombres y mujeres que no se conocen y que no se hablan entre ellos cuando se cruzan, y además, parecen estar enfadados. Miran papeles por las calles con la vista muy fija en ellos, pero por más que miro no entiendo.
A veces encuentro imaginando que no me cuadran personas que veo con sus vestidos y ropajes. Parecen lo que yo creo que no son, pero no sé leer ni oigo ni entiendo la calle. Pero me parece raro, incoherente. Me cruzo con una persona en mi camino que pretende ser lo que no es, supongo. Va vestida como una señoría y quiero creer que lo es, pero algo me dice que no, que finge. Alegria, tristeza, ira, miedo, todo se confunde en ellos, me parecen iguales.
Sueño en el mundo del “No entiendo porque no sé”. Y ahora sí, arrecia la lluvia y me estoy calando. Empezó con un poco de agua y hay aguacero. Abro el paragüas y alguien se acerca por detrás, me pide algo pero no le entiendo. Me señala algo pero no sé leer, se desespera y me tira del brazo. Se me encara y parece que está gritándome. ¡Despierta, despierta!
Ahora sí, ahora me levanto, me visto y todo eso. Salgo a la calle y el día es lluvioso, hay barro por todas partes y el tráfico esta como siempre que cae agua. Todo es un atasco y las bocinas y cláxones aturden. Cruzo un semáforo y veo las caras de los conductores. Llevan sueño atrasado de varias semanas. Las vacaciones duraron poco y volvieron tal vez peor que se fueron. El caso es que, no sé, pero el tiempo no es bueno y empieza a tronar. Es verdad que sé leer y que no estoy sordo, ya voy entendiendo, ya comprendo todo. La señora gorda la veo, y al del Mercedes también. Los hombres llevan trajes de postureo y entran en bancos y oficinas. Y todo el mundo va de compras a las tiendas multicolores. Tienen caras de pocos amigos porque duermen poco y mal.
Ahora que lo pienso, tengo el pálpito que todos fingen. Sus trajes son falsos, sus vestidos no concuerdan y sus caras parecen alegres, pero no lo están. No obstante sigo sin entender lo que ocurre. Estoy despierto y en el mundo “No entiendo porque no quiero”.